Octubre 19, 2008

¿Qué está pasando?

Nos levantamos, comemos, bebemos, y nos vamos a dormir con ella, pero ninguno de nosotros, parece, la puede terminar de digerir. Me refiero, claro, a lo que Warren Buffett, el hombre más rico de la tierra, ha llamado "el ataque cardíaco" del capitalismo occidental. Mientras que una posible serie de caídas en los mercados quizá resulten en un sistema económico global más regulado y responsable, muchos de nosotros nos sentimos hoy impotentes al intentar promover relaciones socio económicas más justas e igualitarias. Ante todo, los recientes rescates de bancos fracasados y fraudulentos (cometidos manoteando dineros de quienes pagan impuestos, sin consentimiento ciudadano alguno) anticipan más impotencia por venir.

Por Roger Moody, editor principal de Mines & Communities

Ver también el "Del Dinero a los Metales - Un trabajo en Desarrollo"

Por otro lado, vemos ahora la deconstrucción sin precedentes de instituciones financieras que han sido la raíz de una enorme y específica malicia, al suscribir proyectos y empresas que han perjudicado a cientos de comunidades en todo el mundo. Como se analiza elocuentemente en un ensayo reciente de Nick Hildyard, de la organización The Cornerhouse (1), la contaminación infligida a pobladores del sudeste asiático, o a campesinos en América Latina, así como a los compradores de hipotecas para viviendas en las naciones "desarrolladas" es el resultado directo de "instrumentos financieros tóxicos" utilizados por bancos y aseguradoras, con la complicidad de las agencias estatales de crédito para exportaciones. Estos instrumentos, que permiten a unos pocos alcanzar una riqueza monetaria sin igual mientras rapiñan las riquezas naturales del resto de nosotros, son ahora reconocidos tardíamente en algunos altos niveles de gobierno. ¿Esto ofrece la oportunidad de demoler, no meramente "corregir", un sistema moralmente delincuente? (2) ¿O abre la puerta a mayor explotación, esta vez promovida explícitamente por los bancos centrales?

La cuestión es de vital importancia, pero no puede ser abordada simplemente a nivel teórico. No necesitamos más "think tanks" o iniciativas, aunque bien intencionadas, de ONG del norte, orientadas meramente a "reformar" la arquitectura financiera global. Lo que necesitamos es un fortalecimiento desde las bases, principio fundamental que la red Mines and Communities (MAC) a tratado de observar desde el principio.

Sin embargo, para que un movimiento desde la práctica hacia una nueva teoría (en lugar que desde la teoría a la práctica) logre alcanzar algún éxito, es vital comprender exactamente qué está pasando actualmente en "el mercado". Si no logramos eso, la gran oportunidad de desarrollar campañas más efectivas puede perderse. O peor aún, podemos fracasar en adelantarnos estratégicamente a una "recuperación" de esos mercados, que presagia la emergencia de nuevas formas financieras y estructuras corporativas inaceptables, incluso menos democráticas de lo que son ahora.

Una cosa en nuestro favor (me refiero específicamente a Mines and Communities) es que ya hemos comenzado a identificar los nexos clave entre las instituciones financieras y las empresas y mega proyectos mineros, y hemos hecho algunos avances en analizar cómo el precio de los metales y minerales se relaciona con iniciativas mineras específicas. Hemos también sentado las bases (mediante el documento "Del Dinero a los Metales - Un trabajo en Desarrollo") para quienes no tienen formación en economía (posiblemente una ventaja, dada la confesa incapacidad de los "expertos" en finanzas para predecir la debacle actual), que les permiten delinear por sí mismos cómo esos "instrumentos tóxicos" se han traducido en miseria y privaciones en el terreno.

Preguntas que queman

En la última quincena, el orgullo bursátil de virtualmente todas las empresas mineras del mundo ha caído, en algunos casos hasta un 80 por ciento de su valor más alto del año anterior. El valor de mercado de las "commodities" mineras también se ha desplomado. China ha recortado sus órdenes de compra de productos de la industria del acero, y el gobierno de India a presagiado reducciones en la producción y exportación de hierro. Los mercados futuros del níquel están al borde del colapso, y lo mismo parece ocurrir con el cobre (que hace un año cotizaba tan alto como nunca antes en la historia). Incluso el platino, característicamente estable, ha mordido el polvo, al tiempo que los fabricantes de autos se ajustan el cinturón. Tan solo un mes atrás, la demanda de mercado de los fosfatos motivó que los especuladores griten de alegría... pero eso también ha quedado ya en la nada. Los inversores han comenzado a retirarse de las empresas mineras denominadas junior. Los Hedge Funds (fondos de inversión), como el notorio RAB Capital (uno de los mayores jugadores en la industria minera) y Ospraie han anunciado la liquidación de sus posiciones en la industria.

Pero hasta ahora, el precio del oro no se ha visto sustancialmente afectado y es considerado ampliamente como un "refugio" para las inversiones en tiempos de crisis. Las grandes empresas mineras anuncian que, mientras el futuro cercano es sombrío, el medianom plazo es muy prometedor. Quizá más importante e indicativo de cómo planean proceder estas empresas, es que el colapso de las mineras junior, cuyas acciones han caído más dramáticamente, ha sido entendido como una oportunidad de oro para hacerse de aún más proyectos mineros a precio de remate.

¿Cuánto de todo esto es mero sensacionalismo corporativo? Mucho, sin duda. ¿Hasta qué punto algunos recientes paquetes financieros (como los mMetal ETF - Exchange Traded Funds) podrán mantener a flote a la industria aún cuando caiga fuertemente la demanda? Posiblemente nada, particularmente si los mercados se mantienen en caída libre. Al tiempo que el rescate gubernamental de grandes bancos a la deriva resultará, al menos en el corto plazo, en aumentos significativos de deuda nacional, ¿veremos a los fondos soberanos (de China y Oriente Medio) aportando créditos, ajustando el déficit en los balances de pago de los países del norte, e invirtiendo en empresas del sector de recursos naturales y bancos extranjeros? ¿O esos enormes fondos se retirarán de la industria minera, colocando su dinero en efectivo en sectores más seguros como la infraestructura? Aún si el oro mantiene su posición favorable, no significa que nuevas minas de oro serán abiertas repentinamente (como lo puntualizó Mines and Communities dos semanas atrás, su precio debe aumentar mucho más, incluso duplicarse, antes de que eso ocurra).

Sea que el mundo experimenta una generalizada contracción del crédito, se dirige a una recesión, o está al borde de una prolongada depresión, en realidad ninguno de estos términos parece describir adecuadamente el caos actual. Más significativo, quizá, es que nadie (con la posible excepción de Warren Buffett y George Soros) propone una fórmula para salir del marasmo. Como un montón de roedores, los "gurús" de la economía esperan que el otro haga el primer movimiento, sin saber si provocará alejarse del precipicio o caer definitivamente en él.

Los riesgos que ellos corren

En dichas circunstancias, es la percepción del riesgo la clave del resultado final.

Y es allí donde los "movimientos desde la base" se vuelven críticos. En los últimos años, los inversores privados en minería han sido seguidos de cerca por sus críticos, pero se han mantenido firmes en la idea de que las industrias extractivas debían ser el centro de sus "portfolios" (generando una serie de fondos de inversión específicos para ese propósito). A la fecha, sus "análisis de riesgo" han sido confinados al análisis de riesgo por países, y evaluaciones convencionales de la oferta y la demanda. Pero a pesar de la cantidad sin precedente de dinero que han conseguido reunir desde el comienzo del nuevo milenio, todos reconocen que la inversión en minería es un juego de mucho riesgo (de otra forma, no hubieramos visto tal concentración de fondos de inversión en la industria). Los riesgos son ahora mayores que nunca antes, compuestos con una predominante epidemia de incertidumbre. Si China enfría sus compras de metales en los próximos meses (la política actual del régimen ya se ha orientado hacia el enfriamiento, reduciendo la demanda de minerales), entonces ningún nivel de reorganización corporativa (como compras y fusiones, orientadas a reducir costos) logrará regresar al frenesí de 2005-2007.

Estoy tentado a tomar distancia, rezar, y ver a los mercados hundirse más todavía.

Sin embargo, ese es un juego de espera, o peor, un ejercicio de voyeurismo que lleva a la frustración y a sentir que los problemas giran fuera de nuestro control, no solamente fuera del de ellos. Ahora es momento de consolidar las viejas demandas comunitarias hacia los inversores y retirar el financiamiento de proyectos mineros inaceptables, de una vez y para siempre. Mientras que esto comienza a suceder (la semana pasada el Royal Bank de Escocia vendió su participación en GCM Resources, propietaria del proyecto de carbón Phulbari en Bangladesh), de ningún modo asegura que los fondos no regresen a esas arenas en el futuro.

Nunca se ha presentado un tiempo mejor (y quizá nunca se repita) para cambiar la percepción de la minería como un "paraíso de seguridad" para la inversión, moralmente aceptable aún cuando los pueblos la rechazan en sus territorios, o para insertar ese entendimiento en el corazón de lo que sea que emergerá como "reformada" estructura financiera internacional cuando la polvareda, si es que alguna vez ocurre, finalmente se calme.

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1) A Crumbling Wall of Money, UK, 9 de octubre, 2008

2) Por ejemplo, uno de los proyectos mineros más vigorosamente resistidos es la operación de bauxita de Vedanta en las sierras de Nyamgiri, Estado de Orissa, en la India. La corte Suprema de Justicia de ese país instruyó a la compañía, y al gobierno estatal y su empresa minera, a conformar un SPV (vehículo de propósito especial) para proceder con la extracción. Pero, como Nick Hildyard plantea en un estudio reciente, estos vehículos están entre los más notorios mecanismos mediante los cuales las empresas transfieren deudas fuera de sus balances.


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