Marzo 29, 2006

Nuevos terroristas, viejas retóricas

El treinta aniversario del golpe militar de 1976 motivó la reaparición, en clave documental y memoriosa, de las retóricas que acompañaron la vasta operación de control social y económico impuesta por el régimen: un amplio repertorio de comunicados de prensa, publicidad gráfica y audiovisual, construcción de noticias, y otros fragmentos de discurso, que esos militares llamaban "guerra psicológica". En los últimos días, la comunicación de la dictadura fue motivo de análisis crítico en los medios masivos, que se han ocupado, acompañando la vocación oficial por instalar el tema, de difundir varias producciones donde se hace posible, especialmente para quienes eramos muy chicos en aquellos años nefastos, reconstruir esas retóricas totalitarias. Pero además de refrescar la memoria y alimentar un necesario análisis, esta reaparición de las retóricas del golpe permiten localizar sus continuidades en el presente. Como un eco de aquellas, hoy también manan del gobierno, en sus diferentes niveles, algunas palabras clave que resulta difícil soslayar.

por Luis Manuel Claps

Anotemos la primera: terrorista. Término que estuvo en el centro de la dictadura. Así califica el gobierno de la provincia de San Juan a Javier Rodriguez Pardo. "Mi denuncia en los tribunales sanjuaninos, donde aporté los detalles de las injurias, testigos y una película que tomaron los docentes registrando al ingeniero Marcelo Ghiglione (jefe de la policía minera de San Juan) tildándome de terrorista, la extiendo al gobierno porque estaba presente el subsecretario de Minería de la provincia, Felipe Saavedra, y no evitó la reiteración de ese discurso. Igual ocurrió en Calingasta, donde la misma persona acompañada por el director de minería de la provincia, ingeniero Bustamante, me señala con el dedo y me grita "usted es un terrorista ecológico", ante la sorpresa de un auditorio que terminó echándolos del lugar. Primero fui terrorista ecológico, ahora directamente terrorista". (Semanario La Séptima, San Juan, 3/9/05).

Anotemos otra: fundamentalistas. O en aquel tiempo, su sinónimo: extremistas. Así se refirió el gobernador de Chubut, Mario Das Neves, a la movilización social que paralizó un proyecto minero en Esquel y derivó en la sanción de la Ley Provincial 5001, que prohíbe la explotación minera metalífera a cielo abierto: “Se montó un espectáculo que fue utilizado por sectores fundamentalistas, y atrás se montaron sectores políticos y legislaron en consecuencia: un verdadero disparate” (Página 12, 10/11/04).

Y otra: los intereses foráneos. No podemos evitar leerlo en este y otros comunicados de la Cámara Argentina de Empresarios Mineros: “hay actores que desvirtúan los efectos que produce la actividad minera desarrollándose bajo las reglas del arte, con el propósito de beneficiar quién sabe qué intereses, pero que estamos seguros no son los intereses genuinos de la Nación." (NOTA CAEM Nº 048/03).

¿Pura coincidencia?

El sector minero en Argentina es blanco de crecientes críticas por parte de diversas organizaciones sociales. Las comunidades afectadas o potencialmente afectadas por cientos de proyectos mineros a gran escala, que avanzan a lo largo de la Cordillera de los Andes, se organizan y auto-convocan para la defensa de recursos críticos como el agua o el suelo. Por su parte, en San Juan, Catamarca, Chubut, Santa Cruz, Neuquén, Jujuy, y otras provincias, el poder político local ha mantenido la sociedad con las transnacionales mineras que años atrás sellara el menemismo. La lógica económica del saqueo menemista, hija del neoliberalismo instaurado por la junta militar del 76´, continua vigente hoy, ante gobiernos que declaran públicamente la repulsa de "los años noventa", pero no cambiaron una sola coma del régimen legal para la minería implantado por Menem y Cavallo, con apoyo del Banco Mundial. La dualidad se manifiesta también en aquellos que repudian "la dictadura más sangrienta", pero retoman sin el menor pudor algunas de sus expresiones más frecuentes, precisamente para referirse a aquellos que denuncian, se oponen y trabajan para evitar que las transnacionales mineras tomen control del territorio.

Videlistas y pinochetistas

La empresa internacional de comunicación Burson Marsteller maneja la estrategia de prensa del grupo Benetton, que tiene intereses mineros en la Patagonia para los cuales creó la empresa Minera Sud Argentina SA. "Si bien se trata una empresa casi desconocida para el público argentino, su tradición y accionar es de larga data en el país. Su debut fue durante 1978, cuando sin tener todavía oficinas en Buenos Aires, la consultora fue contratada para lavar la imagen del presidente de facto Jorge Rafael Videla. Aquí estaba por comenzar el mundial de fútbol, y mientras en el país se secuestraba, torturaba y asesinaba a 30.000 personas, Burson Marsteller creaba por pedido la dictadura una campaña publicitaria bajo el célebre slogan "Los argentinos somos derechos y humanos." (ver “Benetton, un minero derecho y humano”, por Sebastián Hacher, y Clarín del jueves 23 de marzo de 2006)

Peter Munk, el CEO de Barrick Gold, la empresa que explota la mina de oro Veladero en San Juan, es un confeso admirador del general Augusto Pinochet, dictador de Chile entre 1973 y 1990. Munk le contó a los accionistas de Barrick, en una conferencia, que los crímenes de Pinochet contra los derechos humanos deben ser vistos como "totalmente independientes" de las cuestiones económicas. Munk le agradeció a la dictadura "por transformar a Chile, que era un estado socialista destructor de riqueza, en un modelo 'capital friendly' que está siendo copiado en todos partes del mundo." Y agregó: "ese hombre - aunque ustedes puedan no aprobar su metodología - tuvo el coraje de cambiar por sí solo el rumbo de todo el continente. Puede que pongan presa a la gente, no tengo nada que comentar al respecto, se me ocurre que puede ser cierto. Pero no se puede cuestionar el hecho de que el ingreso promedio se ha incrementado más rápido en Chile, bajo su régimen, que antes. Trajo riqueza a un enorme número de personas." La multinacional Barrick Gold comenzó con la explotación del oro en Chile en 1981. Las declaraciones de Munk elogiando a Pinochet fueron registradas por Paul Waldie en el diario canadiense The Globe and Mail (edición del 10 de mayo de 1996). Michael Valpy, periodista del mismo medio, hizo un comentario editorial sobre estas declaraciones en la edición del 24 de mayo del mismo año, en el que se preguntaba por qué el ex primer ministro de Canadá, Brian Mulroney, que en aquel entonces integraba la mesa directiva de Horsham Corp. (que controlaba a Barrick) no se distanció de las opiniones de Munk.

No solo en Argentina

Así como las estrategias del terror no fueron patrimonio exclusivo de la dictadura argentina, sino una constante en América Latina, las viejas retóricas que el sector minero y los funcionarios políticos asociados reactualizan en San Juan o Chubut, aparecen también en Perú, Guatemala y otros países.

En Perú, el gobierno y las mineras acusan de terrorismo a la CONACAMI (Coordinadora Nacional de Comunidades del Perú Afectadas por la Minería). Pero también a líderes religiosos y sociales, como P. Francisco Muguiro (ver "La red minera del terror", por Nelson Peñaherrera C. y Mario Tabra). En Guatemala, ocurre lo mismo con los opositores a la mina Marlin, de la canadiense Glamis Gold: “Debido a la resistencia que la población indígena sololateca libró en contra de las fuerzas de seguridad, el gobierno ha iniciado un proceso judicial contra las autoridades indígenas, a las que se les acusa de terrorismo y sedición” comentó Simona Yagenova, investigadora de FLACSO, en un trabajo de reciente publicación (ver "Guatemala: represión a campesinos e indígenas que luchan contra transnacional minera" en este sitio, y también un trabajo de Sandra Cuffe sobre la supuesta lucha contra el narcotráfico en distritos mineros de Guatemala).

Los grupos “anti-mineros” no son los únicos a los que se aplica palabras como “terroristas” o “fundamentalistas”. Otros actores sociales que entorpecen la obtención de ganancias a las multinacionales, como organizaciones de lucha del pueblo mapuche, son caracterizadas con la misma violencia (ver “Las marcas de la mentira terrorista”, por Hernán Scandizzo).

La operación política y discursiva de poner al otro, al adversario, en el lugar del “terrorista”, caracterizó a la dictadura argentina. Este y otros lugares comunes de la comunicación totalitaria, como reconocer al otro sólo en tanto “fudamentalista”, “extremista”, o motivado por “intereses foráneos”, reaparecen en la escena pública en la actualidad. A treinta años del golpe militar, es tiempo de analizar las razones e intereses que motivan la emergencia de estas viejas retóricas, y de los nuevos terroristas.


ComentariosComentarios:

El cerco mediático que sobrevive gracias a la genuflexión ante las empresas mineras y a la agenda gubernamental hoy está ahogándonos. Casi cuaquier medio, prensa escrita o radial (con honrosísimas excepciones como diario libre.info o la Séptima) mantienen a la población sometida a la mentira o fribolidad.

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